Obra coreográfica
Basada en el homónimo de Florencia Werchowsky
15 de mayo 21 horas, 16 de mayo 21 horas y 20 de mayo, 11 horas, 1 de junio, 20 horas y 6 de junio de 2018, 20 horas – Teatro Colón – Ciudad de Buenos Aires.
La escritora Florencia Werchowsky, ex alumna del ISA, ex bailarina del TC y autora de la reconocida novela homónima, propone una obra en la cual bailarines del Teatro (tanto del cuerpo de Ballet como estudiantes del ISA) revisan su relación con la formación y las técnicas que definen esta disciplina.
El trabajo se focaliza en la utilización del lenguaje, en dos sentidos. El primero como una parte esencial de la técnica clásica (plié, relevé, etc.) que normalmente se deja de lado a la hora de la presentación pública. En el segundo sentido, el lenguaje se aborda desde su capacidad narrativa. Los bailarines son entrevistados por la autora respecto a sus recorridos, convirtiendo ese material biográfico en el contenido activo de la obra.
Sobre la obra
Existe un idioma común entre maestros y alumnos, entre el coreógrafo y sus bailarines: es la lengua de las clases y los ensayos alrededor del mundo, que se aprende bailando y que por eso solamente estos artistas dominan. Se lo emplea todos los días a lo largo de la carrera; se lo utiliza constantemente, hasta el último segundo antes de salir a escena y cuando se abre el telón desaparece.
El público no debiera enterarse de su existencia, es una lengua tabú, formalmente francesa, enriquecida con sonidos y cantares más o menos improvisados, que forman el sistema de comunicación de la danza.
Las bailarinas no hablan es una adaptación escénica de la novela de Florencia Werchowsky, en la que emerge esta lengua oculta, se le da espacio en la escena, se la expone y celebra. Sus hablantes exclusivos son los bailarines de ballet y esta obra habilita lo que el repertorio clásico prohibe: el uso de la voz. Por eso, quienes cantan aquí son bailarines del Ballet Estable del Teatro Colón y alumnos de su escuela de danza (el Instituto Superior de Arte), que durante la sucesión de escenas desplegarán su talento en un nuevo registro, escapándose a los márgenes del ballet. En cada imagen evocan la cotidianidad de la danza, la angustia del artista, el ritmo, la ciudad, la rabia, la rutina, la contemplación, el hastío.
Los bailarines cantan la lengua que bailan y cuentan la vida que viven. De esta forma, el idioma de la danza atraviesa el telón y se expone ante el público como la lengua de una nación sin tierra, y al cantarse, bailarse y celebrarse dejará de ser inaudible.
El elenco
Cada uno de los integrantes fue elegido por una o varias características que los diferencian de sus pares: son excepciones en la homogeneidad de la fila. Se buscó frescura, experiencia, desparpajo, histrionismo, curiosidad y, sobre todo, que tuviesen la capacidad de abandonar la estructura del ballet clásico, su idea de propuesta escénica, y se permitieran experimentar con nuevos lenguajes y registros. Así se formó un grupo único de niños, adolescentes, bailarines retirados o retirándose y otros en plena carrera, que protagonizan esta obra coral.
El proceso de creación
El lenguaje musical de la obra es el resultado de un período de observación. Los bailarines fueron entrevistados individualmente y, de sus propias experiencias, de sus relatos y formas de expresarse, se obtuvieron los puntos de partida para la creación de las escenas. Haciendo pie en el texto de la novela, adaptándolo y desarmándolo, se creó un universo de sentido articulado con coreografías, dramaturgia y canto.
Fueron claves para la creación el entrenamiento vocal de los bailarines, a cargo de Bárbara Togander; y el actoral, de Paula Pichersky. De estas sesiones se valió también Diego Voloschin para desarrollar su composición musical. El equipo trabajó constantemente como una única pieza, de modo que el resultado fuese, también, único: qué se canta y cómo, qué se dice y cómo es el producto de este proceso en conjunto que se enriqueció con la asistencia coreográfica de Luciana Barrirero y embellecieron el vestuario de Victoria Naná, la puesta de luces de Adrián Grimozzi y el desarrollo visual de Sebastián Schor.
Florencia Werchowsky
Se formó como bailarina clásica en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, y en los estudios privados de Wasil Tupin y Raúl Candal, entre 1991 y 1996. Compartió escenario con Julio Bocca, Maximiliano Guerra, Eleonora Cassano, Maya Plisetskaya, Marianela Núñez, Herman Cornejo, entre otros. Participó como cuerpo de baile en Don Quijote, Cascanueces, Giselle, La doncella de nieve (con el ISA), entre otras puestas, e integró la primera compañía de Maximiliano Guerra.
En 2013 publicó en Argentina su primera novela, El telo de papá, a través del sello Reservoir Books, de Penguin Random House, que fue editada en México en 2014 y presentada en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Actualmente la novela está siendo adaptada al cine. En 2017 publicó su segunda novela, Las bailarinas no hablan, nuevamente a través de Random House. Con gran repercusión en medios, el libro va por su tercera reimpresión.
Elenco
Bailarines cantores
- Amalia Pérez Alzueta.
- Luciana Barrirero.
- Silvia Grun.
- Antonio Luppi.
- Virginia Licitra.
- Roberto Zarza.
- Magdalena Cortez.
- Angelina Casco Guiñazú.
- Noelia Díaz.
- Celeste Díaz.
- Patricio Di Stabile.
- Pedro Soriano.
Músicos: Ezequiel Finger, Bárbara Togander, Diego Voloschin.
Composición musical: Diego Voloschin.
Preparación Vocal: Bárbara Togander.
Dirección de video: Sebastián Schor.
Vestuario: Victoria Nana.
Iluminación: Adrián Grimozzi
Asistencia coreográfica: Luciana Barrirero.
Asistencia artística: Paula Pichersky.
Dirección Escénica: Florencia Werchowsky.
Fuente: Música ClásicaBA – www. musicaclasicaba.com.ar
Ver la agenda completa de conciertos del mes de mayo en la ciudad de Buenos Aires AQUÍ