En su primer discurso como presidente de la Argentina , el extinto Néstor Kirchner prometió “traje a rayas para los evasores”. Me dije: en un par de meses sabré quien es este que acaba de asumir. No hace falta decir más nada. Ya todos saben que solo fue el comienzo del relato aunque es sabido se tardó varios años en comprobarlo. Habría sido una medida ejemplar, en cambio lo utilizó sobornando a muchos empresarios para recibir sus apoyos a cambio de no mandarlos a prisión.
No es hora de mirar para atrás, lo que no significa no pedir a quien se tiene que encargar de investigarlo por lo que pudiera corresponderle a los ciudadanos. Me refiero al comportamiento de la sociedad. Dejar en manos de la justicia estos asuntos y ocuparnos ahora de lo que viene.
Exijamos a las autoridades que asumen el próximo 10 de diciembre la investigación, el juicio y el castigo que corresponda a los que se han llevado el dinero de los contribuyentes que debió destinarse a salud, educación y obras.
No solucionará esto los graves problemas que afronta la Argentina, la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, los bajos salarios, las pésimas jubilaciones, la concentración de la riqueza, la escasa producción de bienes esenciales, la falta de políticas educativas, la equivocada mirada a la cultura, la necesidad de privatizar los medios de comunicación (todos en manos del Estado aunque parezcan privados) y varios otros que iremos haciendo notar y desarrollaremos en vistas a que sean comprendidos, proponiendo nuestras soluciones con la intención de esclarecer antes que escandalizar. La Argentina tiene una gran necesidad de volver a tener medios de difusión formativos a la vez que informativos, cansada y confundida como está por los deformativos.
Lo primero que necesitan los habitantes de esta nación es confiar en sus dirigentes, en quienes ha elegido como administradores de sus bienes comunes y garantistas de sus proyectos de vida, trabajo y desarrollo profesional. Lo menos que piden es que dejen de impedirles puedan llevarlos a cabo. Producir, brindar servicios, fabricar, proyectar, quieren hacerlo con ideas de izquierda, del centro o de derecha. Quienes gobiernan están obligados a asegurarles las mismas posibilidades, concuerden o no con alguna de ellas posiciones.
Para que la población sienta que realmente se está velando por sus intereses, lo primero es no hacer pactos con los que se roban o se han robado sus contribuciones al fondo común. Y la manera de demostrarlo es denunciando y garantizando la investigación de quienes se han llevado lo que no les perteneció o pertenece. Los habitantes de la provincia de Buenos Aires estamos indignados al ver los dineros que en lugar de destinarse a reparar lo muchísimo de deteriorado se ha utilizado en escandalosas campañas publicitarias de su gobernador Daniel Scioli.
A partir de tan claros ejemplos la ciudadanía sentirá que algo está cambiando y para bien. Que si no se sabe adecuadamente como llevar adelante aquellas políticas que contribuyen desarrollo individual, se cuida lo colectivo mientras se escucha a quienes proponen ideas para poder concretarlo.
Tan sencillo como esto: Los conservadores que gobernaron hasta 1947 acumularon riquezas conocido popularmente como “los pasillos del Banco Central llenos de oro”. Quienes vinieron se quedaron en la miserable visión de que lo hacía porque eran maliciosos y no la repartían. La distribuyeron en forma más justa y equitativa, pero en su ceguera ideológica mataron la fuente generadora de esa riqueza. De esto se trata, cuidar las arcas, distribuir adecuadamente y promover y destacar la generación de riquezas. Parece algo sencillo, de elemental sentido común, sin embargo es el menos común de los sentidos que nuestros gobernantes han tenido hasta ahora.