Es posible en la medida que se tomen las medidas adecuadas para reconvertir las estructuras económicas de la Argentina y por ende las sociales. Son medidas simples, fáciles, efectivas, que han dado resultados beneficiosos en otros países. Es difícil la decisión de tomarlas, en la medida que se privilegien los beneficios propios y de amigos en detrimento del bien común.
Es bueno saber cómo se llegó a estar así
En el mes de marzo del año 1976 estaba radicado en Trelew, una ciudad pujante de vertiginoso crecimiento y desarrollo. Los planes económicos del gobierno de Juan Domingo Perón y su continuadora María Estela Martínez, más allá de ciertos avatares, aseguraban prosperidad para todos los habitantes de la Argentina, no había desocupación, la pobreza era mínima, los ingresos promedio eran de 20.000 ¡¡¡ dólares per cápita. Estaban en marcha muchísimas obras como centrales hidroeléctricas, diques, rutas, caminos, escuelas, hospitales. Argentina se encaminaba, como decía la publicidad oficial, a una potencia.
La prensa sin embargo le hacía el caldo gordo al pacto militar-montonero-sindical con su secuela de atentados, represión, muertes y huelgas sistemáticas, lo que creaba una sensación de que las cosas, aun las económicas, iban muy mal.
Con esos sentimientos encontrados amanecí el 24 de marzo, cuando los militares desalojaron de la presidencia a la pobre Isabelita e instalaron una feroz represión contra todo aquel que pudiera contar luego la verdad de lo sucedido entre ellos y los montoneros y algunos desgraciados que sin tener que ver con ello, fueron ejecutados.
A los pocos días estando en el Hotel Centenario, cliente de mi agencia de publicidad y cuyo titular era una amigo, mientras lo esperaba en una oficina contigua a su despacho, escuché el mensaje del designado ministro de economía José A. Martínez de Hoz. Poco sabía de aquellos siniestros planes de militares y montoneros para apoderarse del país. Apenas si por entonces buscaba explicaciones a la zona liberada para los detenidos en el Penal de Rawson y su posterior huida en avión a Chile por parte de los montoneros y el no descenso del segundo avión que haría llevar a los del ERP que fueron luego fusilados en la Base Aeronaval Almirante Zar…para que no contaran como los habían dejado salir del penal. También me resultaba sospechoso el asesinato del Comisario Ramos, en Bahía Blanca, en un hecho auto adjudicado por los montoneros y concretado con armas que pertenecían a la Armada Argentina y cuyo robo nunca fue denunciado. Hasta el día de hoy sigo esperando que los vergonzosos “juicios de la verdad” lo esclarezcan.
Pero vuelvo al discurso de Martínez de Hoz. Cuando casi había concluido, se desocupó Honorio Onofre Arronis, tal el nombre del socio gerente del Hotel Centenario, español de Alicante, un extraordinario empresario y vino donde estaba yo escuchando. El no pudo hacerlo estando atendiendo a un cliente. Mientras me miraba con cierto esbozo de sorna, le pregunto…”No sé bien…parece en algunas cosas estar acertado…” Ya su rasgo se hizo pícara sonrisa como quien dice: “Eres inocente muchacho” (tenía por entones 26 años) y me espetó: “Mire Martín (no me tuteaba pese a la diferencia de edad), este hombre nos lleva a la ruina a todos los argentinos…”
Lo admiré siempre mucho a don Onofre por lo que aquellas palabras quedaron grabadas y tomé los recaudos necesarios con las políticas que de allí en más, tomaran.
Ahí comenzó la caída del nivel de vida económico de los argentinos profundizado luego en lo social por los sucesivos desaciertos de los gobiernos anticonstitucionales (1) que les sucedieron, todos continuadores de aquel plan económico ejecutado por Martínez de Hoz y pergeñado por la conspiración stanilista de militares, montoneros y sindicalistas. Todas las leyes y decretos de materia económica de entonces siguen vigentes y las que se cambiaron tiene el mismo sello, impuesto por la extraordinaria penetración del imperialismo soviético en los políticos, economistas, hombres de justicia, religiosos y periodistas de la Argentina.
Aquella estructura económica cimentada en la política agro ganadera que había llevado a la Argentina a ser una de las primeras potencias mundiales, que había permitido cumular las inmensas reservas que encontró Pero en el Banco Central y dilapidó sin vergüenza, fueron queriendo cambiarse para pasar a un modelo industrialista condenado al fracaso ante la mejor oferta de países que ya nos llevaban décadas de ventaja. Así y todo, pese a toda la política entreguista de Perón y de la Libertadora, de Frondizi con sus negociados con la Unión Sovética y de Lanusse que los recreó luego del paso de Illia y Onganía quienes quisieron, uno ineficientemente y el otro dictatorialmente, retomar el camino de la agro ganadería, n pudieron realizar sus planes. Ante un nuevo advenimiento de Perón (1973), ya sin deseos de perpetuidad y esclarecido, advirtieron que no sería posible sin un plan de exterminio y es el que armaron en la conjunción de militares, montoneros y sindicalistas y así llegaron al poder. Ahora sí a costa del terror pudieron imponer finalmente el plan económico que puso fin a la Argentina poderosa de las vacas y el trigo y trajo consigo el hambre y la miseria.
No es de extrañar entonces estos niveles de pobreza…nos llevó a la ruina, nomas.
Las necesarias medidas a tomar
El tema ahora es ¿Cómo salir de ello? Lo han dicho hace muchos años los expertos del Banco Mundial, no precisamente catalogados como a favor de los pobres: “Ni cien años de crecimiento económico logran terminar con la pobreza y la desigualdad”. ¿Qué entonces? El trabajo, la producción, la educación, la capacitación. Y que vamos a producir sino vacas y trigo…celulares? televisores…autos? De eso hay mucho, bueno y barato en el mundo, cualquiera lo puede hacer…vacas y trigo NO. En una palabra CAMBIAR LAS ESTRUCTURAS ECONOMICAS y con ello, las sociales.
Para que ello sea posible lo primero e inmediato es la derogación de todas las leyes y decretos de materia económica, dando libertad de comercio e industria como establece la Constitución, permitiendo la libre competencia en todos los sectores de la actividad económica. Ir legislando a medida que se vaya comprobando la necesidad de hacerlo y en qué puntos. No es posible que algunos tengan privilegios de monopolios como el transporte, telefonía, gas, electricidad, agua, industrias relacionadas con la agro ganadería, etc.
Lo segundo e igual de urgente e importante es una reforma de la tierra…y otra vez a explicarlo por las dudas! No la reforma agraria comunista que es sacarle la tierra a sus dueños y pasarlas a manos de estado…Noooo! Reforma de la tierra para evitar la especulación con ella. Y es mucho más la especulación que se hace en las ciudades que en las grandes extensiones de campo. Millones de hectáreas ociosas a cuyos dueños nada se les exige, ni cerco ni vereda ni limpieza. Y cuando se les permite, el loteo se lo hace sin exigencia de agua, gas, pavimento, cloacas, cables subterráneos para luz, telefonía, internet y otras que la modernidad va precisando. Imagínese por un momento ¿Cuánta mano de obra, utilización de maquinarias, insumos, etc. conlleva?
Lo tercero es el cambio de la moneda para llevarla a valores nominales acordes, hoy día un peso no tiene valor mientras un dólar, euro, libra, marco, yen o cualquier otro, sí. Para ello y para acabar definitivamente con la desvalorización de la moneda, establecer una relación con algo que tenga el mismo valor en todo el mundo, el único caso que se me ocurre es el oro.
No son ideas totalmente originales, es simplemente la aplicación de medidas que se establecieron en la Europa de pos segunda guerra en un modelo implementado por los gobiernos de Adenauer en Alemania, De Gásperi en Italia y De Gaulle en Francia. Había otro modelo que fracasó rotundamente y acabó en pobreza y marginación, el de Stalin en Rusia. Bueno, es el que se copió aquí…es hora de abandonarlo y de la noche a la mañana acabamos con la pobreza.
(1) La Constitución de la Nación Argentina establece que el llamado a elecciones debe hacerlo el gobierno democrático con 6 meses de antelación. Las efectuadas en 1983, que derivó en la elección de Raúl Alfonsín, su convocatoria fue realizada por una dictadura. Debió haberse reinstalado el gobierno consitucional de María Estela Martínez de Perón, completado su mandato, siendo ella que convocara a elecciones. Por lo tanto el gobierno de Alfonsín y por ende los sucesivos, no son constitucionales.